Durruti tumbado en una de las camas del Hotel Ritz, donde fue atendido al haber sufrido un disparo en el tórax. Fuente: Pedro de Paz |
El diagnóstico de los cuatro doctores que le vieron en la madrugada fue una hemorragia pleural.
La autopsia reveló que el deceso se debió a los destrozos causados por una bala calibre nueve largo, la cual penetró el tórax y lesionó importantes vísceras.
Tras varios enfrentamientos consiguen acceder al inmueble pero durante su acción son rechazados por los destacamentos allí refugiados y se inicia un brutal combate en el interior del recinto. La lucha se lleva a cabo planta por planta, habitación por habitación, prácticamente cuerpo a cuerpo.
Tras varias horas, los milicianos deciden replegarse y volver a sus posiciones. La moral de los libertarios es muy mala y muchos se plantean la posibilidad de abandonar su posición, ya que habían estado cuatro días combatiendo sin descanso, sin dormir, ateridos por el frío y prácticamente sin comer.
Los mandos de la columna informan a Durruti de la difícil situación y éste decide ir personalmente al frente para averiguar lo que sucede acompañado de Julio Graves, su chofer habitual, y del sargento Manzana, seguidos en su recorrido por un segundo vehículo, en el que viajan Antonio Bonilla, Lorente y Miguel Doga.
SU MUERTE
El 19 de noviembre de 1936, los milicianos se colocan en la línea del frente de la Ciudad Universitaria y se preparan para asaltar el Hospital Clínico, que estaba bajo las tropas moras. En la tarde del domingo 22, una gran masa de trabajadores daba su último adiós a Durruti en Barcelona. |
Tras varias horas, los milicianos deciden replegarse y volver a sus posiciones. La moral de los libertarios es muy mala y muchos se plantean la posibilidad de abandonar su posición, ya que habían estado cuatro días combatiendo sin descanso, sin dormir, ateridos por el frío y prácticamente sin comer.
Los mandos de la columna informan a Durruti de la difícil situación y éste decide ir personalmente al frente para averiguar lo que sucede acompañado de Julio Graves, su chofer habitual, y del sargento Manzana, seguidos en su recorrido por un segundo vehículo, en el que viajan Antonio Bonilla, Lorente y Miguel Doga.
Cuando se encuentra a pocas manzanas del Hospital Clínico, Durruti se visualiza un grupo de milicianos que parece retirarse y abandonar sus posiciones e inmediatamente le ordena a Graves que detenga el vehículo para amonestarlos, y decide bajar el mismo. Tras una breve conversación con ellos, se dirige de nuevo al coche y en ese momento se escucha un disparo, y el anarquista leonés se desplomó al suelo con una bala incrustada en su pecho. Sus acompañantes, en estado de sock, lo suben al coche e inmediatamente se dirigen a gran velocidad hacia el Hotel Ritz.
Tumba de Durruti en el cementerio de Montjuïc (Barcelona) |
Su cuerpo fue entregado a los servicios especializados del Municipio de Madrid para ser sometido a un proceso de embalsamamiento, ya que sería trasladado y enterrado en Barcelona. Su deceso es ocultado a la población con el fin de evitar desánimos entre los milicianos.
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